A cuatro años del 1 de julio

elecciones

2018

victoria del pueblo

por Víctor Iván Gutiérrez    Julio 23 de 2022

El triunfo electoral de López Obrador, el 1 de julio de 2018, representó tan sólo la obtención del poder político —la Presidencia de la República y el Congreso—, pero no el acceso al control absoluto de los factores reales de poder (sistema económico, sistema financiero, sistema judicial, etc.), lo cual, dada las características específicas de la situación mexicana, significó sin lugar a duda un gran avance. Desde esta perspectiva, pudiera parecer que los alcances del triunfo electoral lopezobradorista son hasta cierto punto modestos, ya que si observamos a cuatro años de distancia, esos factores, además de preservarse, siguen provocando afectaciones.

No obstante, la diferencia entre el México previo a 2018 y el México de hoy consiste en que la Presidencia de la República y el Congreso dejaron de funcionar como instrumentos institucionales desde donde los factores reales de poder construían, profundizaban y legitimaban su dominación. Hoy en día, las instituciones políticas son orientadas por López Obrador hacia la aplicación de una serie de medidas —programas sociales, inversión en infraestructura, aumento de salario mínimo, fomento de la soberanía nacional, etc.— pensadas en crear una nueva estructura social, en donde lo preponderante sea el interés público sobre el privado.

Indudablemente este horizonte, denominado Cuarta Transformación, se sitúa en el marco y en la inercia del sistema mundo capitalista, pues continúan la explotación de energías fósiles, la extracción de recursos naturales y la valorización de las mercancías. Sin embargo, a diferencia del anterior régimen, en la actualidad el Estado capitalista, y por lo tanto sus instituciones, son puestas al servicio de las necesidades de las mayorías y de la soberanía nacional. Insuficiente ¡Innegablemente! Pero nadie podría soslayar esta diferencia.

Por lo tanto, el aplastante triunfo electoral del 1 de julio de 2018 significó la puesta en funcionamiento de una voluntad colectiva que al ser tan numerosa, tan legítima y tan educada políticamente, en los hechos mitiga la poderosa influencia de los factores reales de poder e inclusive posibilita negociar, en aceptables condiciones, la posición de México frente a los intereses estratégicos del vecino del norte, y más ahora en esta complicada coyuntura mundial.

Con base a lo anterior, se equivocan aquellas interpretaciones que asumen la Cuarta Transformación a través únicamente de la figura de López Obrador, ya que si bien es cierto es innegable la sagacidad, el talento y la legitimidad del presidente, olvidan mencionar que estas cualidades se encuentran acompañadas por el respaldo incondicional de millones de ciudadanos en México y allende sus fronteras.

Finalmente, el triunfo electoral de hace ya cuatro años representó también una abrumadora derrota de los personeros de los factores reales de poder. No obstante, poco se comprendería si se asume esta victoria como sinónimo de la derrota definitiva de la oposición. Porque en tanto que perviven los factores reales de poder, existe por añadidura oposición. Sin embargo, también es innegable que a cuatro años del tsunami electoral de 2018, con todo en contra —pandemia, recesión, inflación mundial y tensión por el conflicto en Ucrania—, el gobierno de la Cuarta Transformación se perfila en una situación favorable rumbo a la sucesión presidencial de 2024.

@vivangm

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