Carlos Marx revisitado: lo que va de El sistema monetario perfecto a El capital*

Karl Marx

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El sistema monetario perfecto

por Armando Bartra    Julio 23 de 2022

Las glosas y notas agrupadas bajo el título de El sistema monetario perfecto, que por primera vez traducidas al español publica el Instituto Nacional de Formación Política de Morena, las escribió Carlos Marx en 1851. Es pues legítimo preguntarse: ¿por qué un instituto militante decide traducir y publicar textos escritos hace 170 años?

La respuesta es simple: Marx fue y sigue siendo el crítico más riguroso y severo del capitalismo de mediados del siglo XIX, cuando el sistema iba adoptando su configuración definitiva, y hoy casi dos siglos después ese modo de producción sigue imperando de modo que la crítica conserva su validez. Si algún día dejamos atrás al capitalismo los trabajos de Marx se volverán curiosidades bibliográficas, pero mientras estemos atrapados en los engranes del sistema seguirá siendo indispensable la lectura de escritos que, como los de Carlos Marx, lo desmenuzan minuciosamente

Leamos pues a Marx, pero leámoslo bien. Porque todo texto está situado y para leerlo con provecho es pertinente ubicarlo en su circunstancia y la de su autor. Las que ahora publicamos son notas de lectura de los libros de economía que Marx consultaba en la biblioteca del Museo Británico, libros que por lo general no estaban a su disposición, de modo que para poderlos utilizar posteriormente con frecuencia transcribía párrafos completos.

Marx estaba empezando a estudiar sistemáticamente economía. Sus reflexiones filosóficas, análisis sociológicos y experiencias políticas lo habían convencido de que las condiciones materiales de la vida social eran la clave para criticar y trascender un sistema a todas luces opresor. Y esas condiciones materiales eran el modo de producir y distribuir la riqueza, es decir la economía, disciplina emergente a la que numerosos autores estaban contribuyendo, algunos brillantemente. Y Marx se pone a estudiarlos y a tomar notas de sus lecturas.

La primera formulación sistemática de sus conclusiones, que es la Contribución a la crítica de la economía política, se publicará casi diez años después, y el primer tomo de El capital apareció en 1867. Para entonces habían transcurrido más de tres lustros desde que Marx empezara a estudiar sistemáticamente la economía y a hacer apuntes como los que ahora se editaron: observaciones penetrantes y a veces profundas, pero muy preliminares.

El sistema monetario perfecto se publica porque su lectura puede ser muy provechosa, sobre todo si ya se conocen otros trabajos económicos de Marx y se quiere entender su gestación, sus orígenes. Sin embargo, mi recomendación a quienes quieren iniciarse en la crítica de Marx a la economía política es que no empiecen con estas notas, que son sólo aproximaciones preliminares y desordenadas al tema, y que mejor comiencen con escritos muy accesibles como Trabajo asalariado y capital de 1847 o Salario Precio y ganancia de 1865, o quizá La contribución a la crítica de la economía política o de plano por las primeras secciones de El capital, textos estos últimos donde Marx expone sistemáticamente los conceptos básicos de su crítica al capitalismo que para entonces ya ha redondeado. Sigo en esta sugerencia a Federico Engels, quien en la introducción a la publicación póstuma de trabajos de Marx, escritos antes de 1859, explica que «en la década del cuarenta Marx no había terminado aún su crítica de la economía política y [sus textos de esos años] contienen afirmaciones y hasta frases enteras poco afortunadas o hasta inexactas», formulaciones que sin embargo es muy útil conocer porque son los pasos que condujeron al brillante desarrollo posterior.

Ciertamente los libros se empiezan a leer por el primer capítulo, pero en la cuestión que nos ocupa acercarse a un proceso intelectual por su comienzo, por su aún titubeante arranque, no es la mejor estrategia. Ya lo dijo el propio Marx en la Contribución…: «la anatomía del hombre es la clave de la del mono» y no a la inversa, es decir, que las formas superiores permiten entender las inferiores, y en este caso que las formulaciones más acabadas nos dan las claves de las menos acabadas. O sea que es bueno empezar por el final. Las notas que hoy se publican pueden leerse en cualquier momento, claro está, pero sostengo que después de leer El capital, o cuando menos la Primera sección que se refiere precisamente a la mercancía y el dinero, se entenderá mejor lo que tres lustros antes escribía Marx sobre esos mismos temas apoyándose para ello de lo que otros habían escrito antes que él.

Y si lo hacemos así nos daremos cuenta de que lo más revelador de estas notas no es lo que está en ellas sino lo que no está, lo ausente. Ideas clave a las que los economistas a quienes lee no habían llegado y que Marx irá construyendo poco a poco, precisamente a partir de su lectura crítica. Y su aporte más penetrante, más revelador —ausente en las notas— es el esclarecimiento del «fetichismo de las mercancías», condición metafísica que se origina en «la forma valor que reviste el producto del trabajo en la sociedad capitalista». Cuestión fundamental que Marx explica brillantemente en el apartado 4 del Capítulo 1 de El capital, de donde lo estoy citando, y que no encontramos en El sistema monetario perfecto. Y no la encontramos simplemente porque Marx aun no la había comprendido del todo.

En la nota al pie de la página 45 de la Sección Primera del Capítulo I de El capital, Marx señala la insuficiencia básica de los economistas clásicos en lo tocante al análisis de la mercancía. Mercancía que ellos ven como elemento constitutivo de toda sociedad donde haya división del trabajo y no como forma específica de la sociedad capitalista. Veamos lo que Marx dice de los economistas en El capital y que no dice en las notas:

Uno de los defectos fundamentales de la economía política clásica es no haber conseguido desentrañar el análisis de la mercancía. Sus mejores representantes estudian la forma del valor como algo exterior a la naturaleza de la mercancía […]. La forma de valor que reviste el producto del trabajo es la forma más general del régimen burgués de producción como modalidad específica y por ello como modalidad histórica. Estos economistas en cambio ven en ella la forma natural y transhistórica de toda producción social. Pasan por alto lo que hay de específico de esta forma del valor, es decir la forma de la mercancía que al desarrollarse conduce a la forma dinero y la forma capital.

Los economistas clásicos y el propio Marx en El sistema monetario perfecto se ocupan de la historia, la medida y la función del dinero como expresión del valor de las mercancías, pero se les escapa lo que la mercancía capitalista tiene de específico, de peculiar, de capitalista. Y su especificidad está en que las mercancías del capitalismo han sido producidas ya como mercancías, no son bienes que se transforman en mercancía al intercambiarse, son mercancías de nacimiento, son mercancías desde su propia gestación fabril, son esencialmente mercancías.

Los bienes cambian de manos para satisfacer necesidades y porque lo que uno produce de más a otro le falta, en ello no hay ningún misterio. En cambio, las mercancías capitalistas se mueven solas, el objetivo de los cambios son los propios cambios. Y en este frenético movimiento ya no importa la calidad del trabajo que las produjo y la calidad de las necesidades que pueden satisfacer, lo único que importa es la cantidad, una cantidad que se incrementa en los cambios.

Los objetos, las mercancías, devenidas dinero que deviene capital han sustituido a los sujetos, a los productores y los consumidores; es el mundo al revés. Y esto lo vivimos todos los días cuando en las tiendas departamentales nos percatamos de que los protagonistas no somos nosotros —los del carrito— sino los productos que nos llaman desde el anaquel; mercancías animadas, seductoras sirenas que exhiben sus galas multicolores y ocultan pudorosas sus códigos de barras… Metafísica pura.

El que los valores de uso se transformen en valores de cambio para trocarse por otros valores de uso es algo común a muchas sociedades. En la sociedad capitalista en cambio hubo una inversión: el valor de cambio ya no es un medio para intercambiar bienes sino un fin en sí mismo, mientras que el valor de uso se ha vuelto un simple medio al servicio de los valores de cambio. En toda sociedad donde hay una importante división del trabajo y por tanto se emplea alguna clase de dinero para operar los intercambios, el proceso puede representarse como Ma-D-Mb, mientras que en el capitalismo el proceso es D-M-D, el dinero, es decir el valor de cambio, está al principio y al final del proceso y es él quien le imprime su lógica específica.

«La riqueza de las sociedades en que impera el régimen capitalista de producción se nos aparece como un inmenso arsenal de mercancías y la mercancía como su forma elemental», es la afortunada frase con que Marx decidió iniciar El capital. Y las palabras de Adam Smith explicando cómo opera el dinero como medio para que la mercancía de uno se cambie por la mercancía del otro, son el arranque de El sistema monetario perfecto. Pero se trata de dos conceptos muy diferentes: para Smith y sus colegas el dinero y la mercancía son «la forma natural y transhistórica de toda producción social», en cambio el «enorme arsenal de mercancías» como imagen del capitalismo remite a una mercancía transfigurada, fetichizada, ya no objeto sino sujeto; una mercancía que en su movimiento devendrá capital, es decir valor que se valoriza.

Establecido que la circulación capitalista no es Ma-D-Mb, sino D-M-D, queda sin embargo algo que esclarecer: cambiar mediante el dinero una mercancía que nos sobra por otra que nos falta tiene sentido pues se truecan calidades distintas, pero cambiar dinero por mercancías para volver a obtener dinero, es decir cambiar una cantidad por otra cantidad no tiene sentido… a menos que la segunda cantidad sea mayor que la primera.

Ciertamente en el puro comercio puede haber ganancias dependiendo de las condiciones del mercado y de los comerciantes, pero la acumulación de riqueza en una sociedad compleja no puede sustentarse en el puro intercambio desigual. La clave de la acumulación capitalista no está en la circulación sino en la producción, no en el simple intercambio de mercancías sino en el consumo productivo de una mercancía peculiar: la fuerza de trabajo. Pero este es otro enigma que Marx desentrañará en la Sección segunda de la novela policiaca que también es El capital. 

Lean El capital. Si quieren comprender la crítica marxista de la economía política, lean ese libro o cuando menos las primeras secciones, quizá el primer tomo. Y cuando lo hayan leído lean de nuevo las notas que venimos comentando: El sistema monetario perfecto, que son su prehistoria; la huella de los primeros pasos de Marx por el camino de la economía política. Y luego cotejen ambos textos. Porque al comparar las notas de 1851 con El capital de 1867 se darán cuenta de lo mucho que avanzó Marx en la comprensión de los enigmas de la economía.

Hoy se habla mucho de pobreza y de riqueza, pero poco de la explotación en que se origina la desigualdad; se habla mucho del despojo de los recursos naturales y del saqueo de la naturaleza, pero poco del saqueo que sufren los trabajadores despojados por el capital de sus energías y talentos. El capitalismo, particularmente en su fase neoliberal, satanizó al pensamiento crítico y si bien no pudo suprimir la rebeldía sí logró sacar a Marx de nuestra bibliografía. Los tiempos han cambiado y la crítica marxista al sistema ya no es suficiente… pero sigue siendo necesaria. Leamos a Marx; el viejo barbón aun tiene mucho que decirnos.

 

*Leído en la presentación de la primera parte de El sistema monetario perfecto de Carlos Marx

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