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Brasil, posible regreso a la senda progresista

por Antonio Maciel Cisneros    Septiembre 21 de 2022

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Introducción

Dice un conocido refrán que «cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar», lo cual quiere decir que es importante, en la medida de lo posible, aprender de las experiencias de los demás y tomar nota. En el caso de nuestro país es fundamental que aprendamos y reflexionemos sobre los procesos que han vivido nuestros vecinos latinoamericanos durante el llamado ciclo progresista. En este escrito me enfocaré en Brasil, país que actualmente es gobernado por la derecha (Jair Bolsonaro), ya vivió un ciclo progresista (gobiernos de Lula Da Silva y Dilma Rousseff) y este año 2022, en octubre, tendrá elecciones para elegir a su nuevo presidente. Se visualizan buenas posibilidades para la izquierda de regresar al poder y tener un nuevo impulso progresista.

Brasil durante el ciclo progresista (2003-2016)

El ciclo progresista inició cronológicamente en 1999 con Hugo Chávez en Venezuela, pero fue la llegada de Lula a la presidencia de Brasil en 2003 lo que consolidó e impulsó este fenómeno sociopolítico, de ahí surgieron otros mandatarios como Néstor Kirchner, en Argentina (2003); Evo Morales, en Bolivia (2006); Fernando Lugo, en Paraguay (2008); entre otros[1].

Antecedente inmediato al gobierno de Lula da Silva fue el presidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), perteneciente al Partido Social Demócrata Brasileño (PSDB), quien se distinguió por seguir con las políticas neoliberales que se venían aplicando desde algunos años atrás, aunque sin aplicarlas a fondo durante su primer mandato. Consiguió una relativa estabilidad económica por medio del Plan Real, gracias a lo cual se controló la inflación; sin embargo, reprimió protestas populares con el uso del ejército. Para su segundo mandato, a partir de 1998, se retomaron las privatizaciones, la apertura comercial indiscriminada y el aumento de la deuda estatal. Todo ello abonó al descontento popular expresado en grandes movilizaciones sobre todo en 2002[2].

Lula triunfó en la segunda ronda electoral en las elecciones de 2002, obteniendo 61.35% de los votos frente a su adversario José Serra del partido gobernante[3]. Algunos de los hechos sobresalientes de su gobierno fueron la aplicación de programas sociales para mejorar la condición de los sectores más desprotegidos, por ejemplo, Hambre 0 y posteriormente Bolsa Familiar, que ayudaron a que el número de personas en la miseria se redujera en un 15.2% para finales de su primer mandato. Sin embargo, si bien Lula procuró alejarse del neoliberalismo, mantuvo ciertas pautas que venían del gobierno anterior, como el hecho de destinar al principio 60% de la recaudación al pago de la deuda externa.

En política exterior abogó por un orden social más justo y por la integración regional, una prueba de ello fueron los acuerdos firmados con Cuba y Venezuela.

A pesar de los cambios positivos que se empezaron a apreciar, Lula tuvo algunas dificultades, por ejemplo, el caso de corrupción conocido como las mensualidades (mensalao, en portugués), dado a conocer por los medios en 2005. Asimismo, el carácter reformista de su gobierno disgustó a algunos de sus aliados de la izquierda más radical, los cuales fueron abandonando el PT alrededor de 2004. Muchos de ellos formaron un nuevo frente de izquierda que llevó a Heloísa Helena, anteriormente ex diputada del PT, como candidata a la presidencia en 2006 [4]. En aquella ocasión, Lula ganó la reelección en la segunda vuelta con el 60.8% de los votos, esta vez frente a su rival Geraldo Alckmin que tuvo que conformarse con el 39% [5]. En este segundo mandato sostuvo posiciones más a la izquierda, lo que se combinó con el crecimiento económico y otros éxitos que obtuvo Brasil, gracias a los cuales el país fue visto internacionalmente como una potencia emergente [6]. 

Años después, Dilma Rousseff fue electa presidenta en 2010, siendo de esta forma la primera mujer en ocupar dicho cargo. Sus principales rivales fueron José Serra y Marina7 Silva [7]. Ya estando en el poder dio continuidad a la obra de su antecesor, pero también incluyó algunas cosas nuevas como la aprobación de una ley de libre acceso a la información pública (para fortalecer los derechos humanos), una comisión nacional de la verdad para aclarar las violaciones ejercidas por órganos estatales desde 1946; asimismo, Brasil, con su política exterior, siguió incrementando su presencia mundial, patente en varios foros y en su exigencia de un puesto en el Consejo de seguridad de Naciones Unidas [8].

En términos generales la década de 2003-2013 coincidió con el «boom de las commodities», es decir, el aumento del precio de las materias primas producidas dentro del país. Aprovechando esto el PT pudo gobernar sin alterar profundamente los intereses de las élites, al mismo tiempo que se mejoraron ciertos aspectos de la vida de los sectores más pobres, aunque también se generó cierto déficit ambiental [9]. Cuando esa bonanza terminó, la crisis económica fue otro factor que precipitó la salida del PT del poder.

En junio de 2013 surgieron una serie de protestas sociales en contra del aumento de los precios del transporte en Sao Paulo, también exigían una revisión de los gastos públicos (entre ellos las enormes cantidades que se gastaron para organizar el mundial de fútbol de Brasil 2014 y las olimpiadas de Rio de Janeiro 2016) [10]. Estas protestas coincidieron con el fin de la época de bonanza económica. En ese momento, el PT (Partido de los Trabajadores) no respondió de la mejor manera, pues en Rio Grande do Sul hubo violencia por parte de la policía militar, durante la gestión del gobernador Tarso Genro y siendo prefecto Fernando Haddad (ambos del PT). Meses después la derecha se fue apropiando de las movilizaciones, y así, por ejemplo, nació el Movimiento Brasil Libre (MBL) de tendencia derechista. Los grandes medios de comunicación también hicieron su parte, como la Red Globo de Televisión, que con sus llamados logró movilizar a parte de la gente. El discurso ahora estuvo centrado en la corrupción del sistema político (asociado sólo con el PT) y se rechazaron las reivindicaciones de la izquierda, como las libertades identitarias y culturales y la original protesta al alza del precio del transporte público [11].

Dilma logró su reelección en 2014 por un estrecho margen sobre su adversario Aécio Neves [12]. Para su segundo mandato el contexto que se encontró era adverso en varios sentidos y en un intento por calmar a las élites del mercado nombró ministro de economía a Joaquim Levy (un banquero conservador cercano a los mercados financieros), sin embargo, esto no fue suficiente. Al percibir la fragilidad de la presidenta, Neves y sus aliados comenzaron a sentar las bases para el golpe parlamentario de 2016 [13]. 

De la destitución de Dilma hasta la actualidad (2016-2022)

El proceso de desafuero contra Rousseff comenzó el 02 de diciembre de 2015, por medio de una estrategia llamada «golpe suave»; sus principales promotores fueron el parlamento y el poder judicial [14]. Poco a poco, las élites fueron apropiándose de las legítimas protestas de 2013, un ejemplo de ello fueron las manifestaciones que sucedieron en 2014 con el surgimiento del Movimiento Brasil Libre (MBL) de clara tendencia derechista; asimismo, los grandes medios alababan a los manifestantes de derecha como «personas de bien cansados de la corrupción», mientras que a los miembros de la minoría de izquierda los tachaban de «vándalos». Todo eso contribuyó a la polarización social [15]. 

Una vez destituida Rousseff, asumió la presidencia quien hasta entonces había sido su vicepresidente: Michael Temer. En su gestión le dio entrada a las políticas neoliberales que profundizaría el siguiente gobierno, entre ellas, terminó con el predominio de Petrobras y favoreció  a las multinacionales extranjeras, se flexibilizaron las condiciones laborales e impulsó el encarcelamiento de Lula da Silva, en 2018, para que no participara en el proceso electoral. Al terminar su administración resultó ser el presidente peor valorado desde el regreso de la democracia, pues 74% de la gente desaprobó su gestión y sólo un 5% consideró que fue óptima [16].

Jair Bolsonaro ganó la presidencia en 2018 contra su rival Fernando Haddad, candidato del PT [17]. Bolsonaro es un excapitán del ejército. Durante su campaña utilizó una estrategia de propagar noticias falsas a través de las redes sociales y continuamente atacó (hasta la echa) el comunismo, a las feministas, los homosexuales, los negros, los ecologistas, los pueblos indígenas, medios de comunicación, así como a las Naciones Unidas. Por otro lado, ha mostrado su ideología de extrema derecha, elogiando el periodo de la dictadura (1964-1985) y cultivando sus vínculos con iglesias evangelistas fundamentalistas. Ya estando en el gobierno, la presencia de militares en el gabinete ha sido muy notoria, se profundizó el modelo neoliberal con el consecuente bajón en el nivel de vida de amplios sectores sociales, la deforestación del Amazonas ha crecido, la pandemia de la covid-19 también causó muchas muertes [18]. En este escenario, Lula (quien recuperó sus derechos políticos en 2021) se volvió nuevamente el principal candidato presidencial e inició una gira internacional para volver a posicionarse y dar a conocer algunas de sus propuestas [19]. 

Rumbo a las elecciones de este año 2022, los grandes favoritos son, en primer lugar, Lula da Silva, y en segundo el presidente Jair Bolsonaro (quienes es probable se enfrenten en una segunda vuelta), seguidos lejanamente, en el tercer lugar, por Ciro Gomes [20]. Resumiendo, de los 3 principales candidatos, Ciro Gomes propone una renta mínima, mantener el carácter público de Petrobras, apoyo a la educación, igualdad de género, apoyo al ecologismo [21]. Jair Bolsonaro muestra continuidades y rupturas respecto a su campaña de 2018, por un lado sigue defendiendo postulados del liberalismo como el libre mercado, ciertas desregulaciones, el portar armas de fuego, pero por otro y en un intento de mejorar su imagen frente a la popularidad de Lula, ahora habla de cierta protección social, un mejor discurso sobre las mujeres, medio ambiente, entre otras [22]. Finalmente, Lula da Silva propone mejorar las leyes laborales para garantizar la protección de los trabajadores (buscando incluir a los que trabajan a través de las aplicaciones), retomar programas asistenciales que hubo en su gobierno como el de Bolsa Familia, para apoyar a las personas de más bajos recursos que se vieron especialmente afectadas por las recientes crisis económicas y de salud, impulsar a la empresa estatal Petrobras, atender la cuestión ecológica relacionada con la selva amazónica; en economía, propone un nuevo régimen fiscal [23].

Consideraciones finales

El repasar la historia reciente de Brasil da luz sobre las fortalezas y dificultades que puede experimentar un gobierno de tipo progresista. En un primer momento la llegada de Lula al poder fue posible por las crisis que venía arrastrando el neoliberalismo que produjo un gran malestar social, y por el otro, por el trabajo que el propio Lula (junto con el PT) y diversas organizaciones llevaron a cabo en busca de respuestas populares a las diversas problemáticas de Brasil. Ya estando en la presidencia se benefició del denominado «boom de las commodities» y hubo cambios sociales importantes para los sectores populares. Su sucesora, Dilma Rousseff, en general siguió con las acciones de su predecesor, sin embargo, no se pudo superar el hecho de sólo basar la inclusión en base al consumo. Esto facilitó el trabajo de la derecha para hegemonizar las protestas que iban surgiendo al término de los años de bonanza, retomar el poder e incluso que el pensamiento conservador volviera a ganar terreno en parte de la sociedad brasileña. Esto demuestra que es necesario fomentar la movilización y la formación política. Para las elecciones de octubre Lula tiene buenas posibilidades de triunfo, si bien ahora el panorama se nota más complejo que en 2002 cuando ganó por primera vez, pero será una nueva esperanza y un nuevo comenzar para el campo progresista.

Para México hay lecciones importantes que aprender respecto de la experiencia brasileña, por ejemplo, seguir fortaleciendo a las bases por medio de los círculos y circulas de estudio, así como con el trabajo territorial, para que surjan nuevos liderazgos y no depender de un líder exclusivo. 

Finalmente, siempre hay que recordar el consejo que da el sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos en su libro Producir para vivir. Los caminos de la producción no capitalista: las luchas sociales se tienen que dar tanto desde dentro como por fuera del Estado.

 

 


[1] Guerra Vilaboy, Sergio. Historia mínima de América latina. Biografía de un continente, Santo Domingo, Archivo General de la Nación, 2015, p. 660-661.

[2] Ibid., p. 637-638.

[3]  Ibid., p. 663.

[4] Ibid., p. 664-665.

[5] Ibid., p. 665.

[6] Ibid., p. 666.

[7] Ídem.

[8] Ibid., p. 666-667.

[9] Rafael Rezende y Ariel Goldstein. «Brasil: fin de los gobiernos del PT, presente de crisis y resistencias», Revista Política Latinoamericana, núm. 2. 2016, p. 5.

[10] Guerra Vilaboy, Sergio, op. cit., p. 667.

[11] Gustavo Moura de Oliveira y Marília Veríssimo Veronese, «Brasil y el fenómeno Bolsonaro: un análisis preliminar». Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, núm. 237, 2019, p. 257.

[12] Rafael Rezende y Ariel Goldstein, op. cit. p. 9.

[13] Giancarlo Summa. “El regreso de Lula a un Brasil de rodillas”. Nueva Sociedad, núm. 297, 2022. Pp. 20-21.

[14] Rocha Valencia, Alberto y Tamayo Rodríguez Jaime Ezequiel (coordinadores). Gobiernos progresistas y gobiernos conservadores en América latina del siglo XXI, México, Universidad de Guadalajara, 2021. pp. 204-205.

[15] Gustavo Moura de Oliveira y Marília Veríssimo Veronese, op. cit., p. 256-257.

[16] Renata Peixoto de Oliveira y Agustina Martiarena Pazos. «Un balance del actual giro democrático brasileño: desde el fora temer hasta la ascensión del ele não». Universidade Federal da Integração Latino-Americana, 2019, pp. 17-18.

[17] Giancarlo Summa, op. cit. p. 24.

[18] Ibid. p. 24-25.

[19] Ibid. p. 27.

[20] «Comparación de la intención de voto en las próximas elecciones presidenciales en Brasil del 02 de octubre de 2022, por candidato y partido», • Elecciones de Brasil 2022: encuestas presidenciales | Statista (consultado el 07 de agosto de 2022).

[21] Propostas | Ciro a rebeldia da esperança (cirogomes.com.br), (consultado el 17 de agosto de 2022).

[22] Poder 360, «Plano de Bolsonaro tem tom menos agresivo e destaque a mulheres», Plano de Bolsonaro tem tom menos agressivo e destaque a mulheres (poder360.com.br), (consultado el 21 de agosto de 2022).

[23] «Quais são as propostas nas diretrizes de governo de Lula», DW, Quais são as propostas nas diretrizes de governo de Lula – DW – 22/06/2022 (consultado el 17 de agosto de 2022).

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