La derecha: un adversario siempre presente

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antagonismo

por Diego Antonio Contreras Rodríguez    Abril 30 de 2022

El quehacer político implica relaciones antagónicas, pues siempre habrá partes enfrentadas de la sociedad que buscan afirmar sus propios fines o intereses. Pretender políticamente que la sociedad tiene que alcanzar una armonía donde todas las partes se dirigirán a la búsqueda del bien común, es negar en sí a la política o despolitizarla para evitar el enfrentamiento entre las partes, a veces bajo el débil pretexto de evitar la polarización de la sociedad, como pretendiendo construir una sociedad sin conflictos, sin oposiciones y, a través del consenso, armónica en todas sus partes. Sin embargo, para Ernesto Laclau y Chantal Mouffe el antagonismo en la sociedad es «como el testigo de la imposibilidad de la sutura última» (hegemonía), de manera que para ellos la sociedad nunca se cierra, está en permanente transformación debido a las diferencias de las partes, de los sujetos políticos que están en tensión. Cada parte de la sociedad buscará que su voluntad se asuma de manera general hacia ambas partes (mismas que es vigente distinguirlas como derecha o izquierda) que están en lucha por la hegemonía.

El neoliberalismo, como la nueva derecha de la segunda mitad del siglo XX y de las primeras décadas del XXI, logró imponerse política y económicamente a nivel mundial por el proceso de globalización. Esta derecha logró promover la despolitización y reducir al Estado a mero administrador sin fines políticos y, además, evitar meterse en la economía. En este proceso la izquierda capituló ante la derecha neoliberal desde la democracia dialogante que busca lograr consensos desde un centro radical, pretendiendo superar la oposición entre izquierda y derecha, liberándose del antagonismo. Es por eso que Mouffe considera que desde la misma izquierda se consolidó la hegemonía neoliberal, la cual preparó el terreno para el imperio de la pospolítica. En México la muestra fue la conformación del bloque político entre el PRI, el PAN y el PRD, con su Pacto por México.

Pero desde los antagonismos no hay posibilidad del centro, ya que claramente existe la frontera entre derecha e izquierda. El neoliberalismo oculta esa frontera y posiciona todo al centro gracias al consenso, por eso habría que preguntarnos: ¿es posible lograr el consenso total integrando a plenitud las exigencias de todas las partes? ¿La política implicaría que no haya disensos? ¿Es posible armonizar todas las posturas de todos los actores? Para nuestra postura el consenso y el disenso están en tensión entre las partes, y lograr el consenso implica que la voluntad con mayor fuerza se impone y marca a su modo la frontera que nos permite distinguir las dos posiciones. De nuestra parte dependerá cuál postura política asumiremos, ya sea a la derecha o a la izquierda de manera general, sin adentrarnos al espectro amplio de cada una.

Reitero, al afirmar la relación antagónica entre izquierda y derecha no se puede anular ni uno ni otro de los dos términos, porque al anular a uno ya no hay antagonismo y eso sería creer que es posible una «república de ángeles»[1], sin conflictos en plena armonía.

Los dos polos antagónicos de la lucha democrática son el pueblo y la élite económica y política. El conflicto entre ambas partes es una lucha entre adversarios, así lo resalta nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador, y no entre enemigos, lo cual tendría otras implicaciones. En la historia de México, si hacemos una mirada rápida, los actores antagónicos en los procesos de transformación están muy bien definidos, como sucede actualmente: independentistas y realistas, monárquicos y republicanos, federalistas y centralistas, liberales y conservadores, etc. Los actores antagónicos se configuran por las circunstancias específicas en los momentos históricos según sus anhelos, causas, intereses, ideología y programa político. Asimismo, los actores antagónicos se reconfiguran por la lucha entre ellos, por ejemplo, si la izquierda emprende una nueva lucha la derecha se opondrá para evitar que su logro. La derecha o la izquierda en las luchas y como oposición no son ajenas a los movimientos de la otra parte y se determinan mutuamente. Debido a eso no se puede asumir, políticamente, que llegará el tiempo en el cual la izquierda resultará totalmente triunfante. Respecto a esto, nuestro presidente en una conferencia mañanera mencionó: «se pensaba que va a desaparecer el partido conservador, ¡no!, no desapareció y continuó y más temprano, más pronto de lo que uno podía imaginar resurge con Porfirio Díaz» (14/02/22).

La élite, al lograr poner a su servicio al Estado y al mercado, actúa para su propio beneficio y, en muchos aspectos, en detrimento de la vida de las mayorías que conforman el pueblo. Pero al darse la lucha política, cuando el pueblo se asume como pueblo y busca autodeterminarse, se da la tensión con la élite que no quiere perder sus privilegios. Desde esta consideración todo aquello que busque la plenitud de la vida de las mayorías del pueblo es asumir una postura de izquierda. En cambio, la postura de derecha implica sostener que una minoría mantenga sus privilegios sin importarles las grandes desigualdades sociales.

Podemos resaltar algunos rasgos de la derecha:

 

  • Favorece y justifica los privilegios de la minoría a costa de la mayoría.
  • Quiere liquidar al Estado o reducirlo al mínimo
  • Está en contra de las nacionalizaciones
  • Absolutiza lo privado contra lo público
  • El individuo competitivo y consumidor/cliente es el punto de partida de la sociedad
  • Controla el poder mediático desde los diversos medios: televisión, radio y prensa Actualmente se prefieren estrategas de la comunicación en vez de ideólogos en sentido estricto
  • La empresa como actor transformador de la sociedad. En la década de los 80 la Coparmex lanzó la campaña Todo ciudadano como un empresario o microempresario.

 

La derecha con estos rasgos buscará fortalecerse, pero también se reconfigura dependiendo del fortalecimiento o debilitamiento de la izquierda. Por eso la izquierda tendrá que definir a su adversario, para «orquestar una ofensiva hegemónica», como lo propone Chantal Mouffe. La derecha en México tiene claro quién es su enemigo principal a aniquilar: Andrés Manuel López Obrador, porque si él cae, cae Morena y la 4T; pero al asumir que su enemigo es nuestro presidente, asimismo de manera implícita o explícita, consciente o inconsciente, su enemigo es el pueblo.

[1] Carta de Ramón López Velarde al Lic. Eduardo J. Correa, 18 de noviembre de 1911.

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